sábado, 25 de octubre de 2008

El insoportable peso del ser




Aquel verano fue el comienzo,
El eterno retorno…
Vos venías fresco, renovado
Yo llegaba cansada y desahuciada.
Vos tenías plena la sonrisa,
Yo tenía las manos vacías.
Te sentaste a mi lado y sonreíste
Y se inauguró la noche
Y comenzó el año antes de tiempo…
Y dancé, y huiste, tras
Quien sabe que desvelos…

Pasaron brindis, aviones, cumpleaños…
Las agujas del reloj dieron vuelta
Una y mil veces
Esperando el encuentro…

Vos tenías tu mundo calmo, estable
Yo tenía mi mundo pequeño, inquieto.

Pero siempre se retrasaba el día,
Nunca era la hora
Jamás llegaba el momento…

Fueron pasando meses,
El Verano con sus luces,
El otoño con sus verdes…
Sus viajes, sus despedidas,
Sus vidas contrariadas

Y llegó el frío, y nos chocamos
Y nos vimos sin escudos,
Nos investigamos, olfateamos, intuimos…

Vos estable y sombrío, boicoteando mis planes
Yo alocada y directa, saboteando tu calma…

Y pudieron cien cuentos,
Lograron mil canciones,
Llegaron más relatos…

Y se congelaron las agujas,
Y la tierra se detuvo en su eje…
Los planes se hicieron humo,
La calma se volvió furia…

El deseo se convirtió en piel,
Los dedos fríos en caricias tibias,
Las palabras en besos,
Los amores, en ridículos…
La vida comenzó a tener un sentido
Un torbellino de sensaciones
Nació de pronto

Y dos almas se fundieron,
Dos cuerpos se hicieron uno,
Una etapa quedó atrás,
Para contar otra historia.

El ser no pudo ser leve,
Sin encontrar su peso…


Ana Rosa Awdejczuk Gonçalves
Buenos Aires, 19/8/2008

1 comentario:

María de Jesús dijo...

bienvenida Ana!!!!!!!!!!!!!!!!!! qué lindo encuentro el de anoche, siento que las conozco de toda la vida...tenemos mucho para caminar de la mano, en este camino de magia y sonrisas...nos estamos viendo!!